No es muy común ver a un niño autista abrazando o
besando a alguien. La razón es que estos pequeños están prácticamente
incapacitados para relacionarse con los demás. Presentan tremendas
dificultades para generar lazos emocionales, incluso, tienen poco
interés en vincularse con otras personas.
El neurólogo pediátrico de Clínica Alemana Marcos
Manríquez explica que "ellos no tienen desarrolladas habilidades para
relacionarse en profundidad con los otros y no entienden las claves
sociales, por lo que muchas veces no pueden contactarse con el entorno.
Así, casi nunca miran a los demás a los ojos, no responden a su nombre
ni buscan la atención de los adultos".
Estos niños se concentran en una sola área de interés
y persisten en ella en forma monotemática, o bien presentan conductas
repetitivas. Asimismo, pueden tener una memoria muy desarrollada, que
les permite especializarse o ser muy hábiles en una materia.
"Sin embargo, carecen de la capacidad de la
creatividad y, además, no entienden la emoción que está detrás de lo que
están realizando; no saben cuál es el objetivo, el porqué de lo que
hacen, ni lo que quieren lograr con la habilidad que poseen", señala el
especialista.
Además, presentan un notorio retraso en el lenguaje,
el que se presenta de forma atípica. Incluso, hay menores prácticamente
mudos.
El neurólogo precisa que de acuerdo al manual
estadístico de enfermedades mentales, DSMIV, existen distintos tipos de
autismo. El primero es el síndrome autista clásico, en
el cual hay un tremendo retraso en el lenguaje y la interracción social.
Además, los intereses son exageradamente restringidos. De ellos, el 75%
tiene un retraso mental y sólo el 25% posee un coeficiente intelectual
(CI) normal.
En tanto, el Asperger
tiene un nivel intelectual normal, presenta un retraso leve del
lenguaje y tiene contacto social pero de calidad anormal- y también
tiene restricción de intereses.
El síndrome de RETT se manifiesta
principalmente en niñas, quienes además de tener conductas típicas del
autismo clásico, tienen una regresión neurológica con crisis
convulsivas, con un retraso mental severo.
Además, se encuentra el trastorno desintegrativo infantil,
el que se presenta en pequeños que son aparentemente normales hasta los
tres años y desde esa edad empiezan a deteriorarse profundamente.
Finalmente está el trastorno atípico, que no reúne los criterios anteriores, pero sí hay una anomalía que afecta principalmente la comunicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario